jueves, 29 de diciembre de 2022

En algún punto en mitad de la Odisea

Diario de navegación, día 455. Me hallo en algún punto en mitad de la Odisea. Hoy flaquea el ánimo tanto para volver como para quedarse. Hasta hoy ha habido momentos de olas grandes, bravas, amenazadoras que llaman al miedo. También otros días de sol, de calma y ballenas que cantan en la superficie. No entiendo muy bien a ratos cómo afrontarlo todo, donde enmarcar cada momento, cómo encontrar estabilidad en mi mar interno ante tanto vaivén. No perder la imagen global, no caer en los instantes de duda y desesperanza, no entrar en el bucle adictivo de retroalimentar esa tristeza de fondo que suena como una radio estropeada, llena de anedónico ruido blanco. Agarro fuerte el timón y cierro los ojos. Yo navego mi barco. Y aunque no lleven mi rumbo, mis amigos y familia navegan los suyos en el mismo mar. De vez en cuando nos encontramos en una isla, y celebramos por una noche lo que nos une. Bailamos a la luz y al calor de la hoguera y cantamos y contamos historias y creamos nuevas. Jugamos. Reímos. A la mañana siguiente partimos. Cada uno con sus pensamientos, con su vida delante. Con su tripulación que cambia, con su rumbo que oscila, pues nada es perenne en este viaje individual que nos lleva al mismo puerto. Quizá lo único que no cambie sea el destino. A todos nos llegará el día de encallar por siempre. Y de ahí ya sabrá Dios a donde iremos. Lo único que podemos decidir, y no siempre con total libertad, es cómo pasamos el camino. Cómo afrontamos esas olas, y esos días de sol, cómo buscamos esas islas donde reunirnos con los que nos hacen ser nosotros, y sentirnos vistos y abrazados. Quizá hay una parte importante de pararse a respirar y recalcular el rumbo, afinar la brújula y pautar aventuras. Nadie nunca dijo que el camino sería difícil. Pero si todo nos viene dado, qué gracia tendría. Qué diferencia habría. Qué crecimiento personal existiría en el medio. Día 455, un día más que ayer, uno menos que mañana. Me lavo la cara, respiro profundo, me anclo al presente. Estoy en algún punto en mitad de la Odisea. Estoy sola y acompañada, soy aire y me dejo llevar. Hasta la siguiente vez que nos hablemos, Att. Marie Chantrain de la Voiture.

sábado, 9 de octubre de 2021

Reuniendo a la tripulación

Como buena Capitana de barco, la primera semana la paso en tierra firme creando lazos con mi tripulación. En un principio somos siete, y en no más de 48 horas se puede decir que formamos una buena piña. Aún así, el 6 de octubre se han unido dos grumetes más, siendo rescatados de "la Abendina". Dichos piratas ansían llegar a la tan conocida Isla de los Uhus y desenterrar el tesoro que esconde. Es este también el destino de nuestra hermosa "Morgana" navío conocido por su capacidad de adaptación a las aguas más impías e intransitadas. Una vez se han alistado todxs zarpamos, y pienso que quién sabe si en algún momento encontraremos a más náufragos en alta mar. Cuántos se sumarán en el camino a esta locura de viaje. Cuántos tendrán conocimientos previos del idioma y, cuántos, como los que estamos aquí desde el inicio, balbucearán o chapurrearán frases mal construidas que tendremos que adivinar por contexto hasta que poco a poco no nos reconozcamos ni a nosotros mismos en nuestra piel. Estoy convencida de que llegará un punto donde no entenderemos cómo hemos llegado a comprender tanto en tan poco tiempo. Pero paciencia. Tiempo al tiempo, levad anclas e izad la vela mayor. Tensad las velas y limpiad la cubierta, trepad por las redes hasta lo alto del mástil y contemplad hacia ambos lados: detrás; lo que llevamos navegado, delante; el insondable mar de conocimiento inexplorado: rumbo a la Isla de los Uhus. Tripulación: este es nuestro barco durante los próximos siete meses, y no podría sentirme más afortunada de compartir este viaje con cada unx de vosotrxs. El mar tiene sus tramos de calma y sus tormentas, sus inmensos vacíos y silencios, ese poder cautivarte y paralizarte al mismo tiempo. Pero navegamos juntxs, así que no hay nada que temer. Solo navegar, surcar los mares y perdernos para poder llegar a nuestro destino.

martes, 21 de septiembre de 2021

El viaje

El viaje comenzó más o menos hace 26 años, en febrero del 96, cuando mi cuerpecito de neonata afrontó con vehemencia el recorrido hacia los brazos de las personas de batas blancas que me ayudaron a venir al mundo en el hospital de La Paz de Madrid. Aquella fue la primera vez que abandoné mi zona de confort y, aunque no la recuerdo como una decisión premeditada, ahora miro atrás y pienso que tiene valor vivir para dejar atrás para siempre los sublimes e irreversibles días de útero y placenta. También considero que, tal vez, ya era hora de salir de ese lugar, que ya empezaba a resultar claustrofóbico el vientre de mi madre y más aún cuando debía compartirlo con mi hermana melliza. En cualquier caso, ese "abandonar el nido" no resultó ni mucho menos tan fatídico o trágico como pueda sonar. Pues en cuanto los médicos me pusieron de nuevo en brazos de mi madre, volvía a estar envuelta en esa sensación de hogar y seguridad, firmeza y calor, compasión, ternura e infinito amor. Y así han ido pasando los años al abrigo de mi familia. En resumidas cuentas; por un lado la infancia y gran parte de la adolescencia en un pueblo agradable y tranquilo cerca del Pirineo aragonés y, por otro, la transición a la vida universitaria y los años más acdémicos de vuelta a los orígenes, en mi bien amada y fiel confidente Lady Madrid. Y aquí es donde se plantea lo interesante. El viaje que se anuncia en el título y que da pie a estas líneas, y que trata de un viaje dentro de un viaje, e incluso de un viaje más dentro de este último. Los destinos son Alemania, con una parada provisional en Barcelona, y durante ambos será todavía de mayor relevancia sin duda el viaje hacia el centro de mi misma, el de veintemil leguas submarinas hasta tomar el control de la nave. Y, quién sabe, tal vez orquestar un motín si es que fuera necesario. La cuestión es que es ese, el viaje dentro del viaje del Viaje, el que voy a ir reflejando en este Diario de Navegación. Por si algún día mi barco encalla o se hunde, que en el rescate de los restos no se pierda la historia de la independencia de la Capitana Marie Chantrain de la Voiture.

En algún punto en mitad de la Odisea

Diario de navegación, día 455. Me hallo en algún punto en mitad de la Odisea. Hoy flaquea el ánimo tanto para volver como para quedarse. Ha...